viernes, diciembre 10, 2010
Vuela que vuela...
Como paloma, el tiempo. Pasó volando, murió la vieja, y no me di ni cuenta. De pronto estaba ahí, en una sala muy espaciosa en comparación con la del examen de Trabajo de Título, frente a una cara neutra, una de buena persona y una bien marica. Y hablé, hablé, hablé hasta por los codos, en un tiempo que se me hzo corto y eterno a la vez, porque lo único que quería era terminar de hablar y siempre se me iba la onda hacia el final. Después de la verborrea, la calma, la celebración y el darme cuenta de que terminó una etapa sólo el miércoles en la tarde, mirando las flores que Marido y mamá me regalaron para celebrar. De pronto, en los pétalos rosados y blancos, vi la entrevista de ingreso especial a la carrera sentada en un cómodo sillón y un viejo de barba blanca y larga mirándome desde un sillón rojo que quizá no existió y me lo inventé como recuerdo; vi las idas a Sausalito y la sensación de calorcito y frescura, la sensación de gustar y ser gustada, los días de ser más rayada que nunca; vi las noches con la Pequeña en la biblioteca hasta como las once estudiando Sincrónica, y nuestra discusión con llant incluido en la casa de la Ivo; vi conocer a Marido y pensar que ese sí era un cambio de etapa, del que tampoco me di mucha cuenta porque parece que soy muy mala para vivir los procesos. Y el tiempo voló, como pajarito...
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