La Frida. El sol de nuestros días. La estela de espuma de mar de nuestras aguas. La hija-gato que nos pone los pelos parados de tanto pasar rabias, revolverla y amarla nuevamente. Para mi al menos, la Frida es un regalo hermoso, que Marido encontró botado en una cancha por razones que sólo ella conoce y que, a pesar de su sufrimiento, gracias a eso pudimos tenerla. La adoro tremendamente, con sus rutinas diarias y sus mañas. Con su acostarse sobre mi cuando Marido se va a trabajar y dormir por horas conmigo si me levanto tarde. Con sus ojitos de lucero tratando de cazar moscas invisibles y su maña de rasgar el papel mural que nos costará el mes de garantía, así y todo la adoro. Quién podría no querer una carita tan dulce, y esos ojos que parece han vivido mucho en tan poquito tiempo.
lunes, noviembre 15, 2010
La Frida
La Frida. El sol de nuestros días. La estela de espuma de mar de nuestras aguas. La hija-gato que nos pone los pelos parados de tanto pasar rabias, revolverla y amarla nuevamente. Para mi al menos, la Frida es un regalo hermoso, que Marido encontró botado en una cancha por razones que sólo ella conoce y que, a pesar de su sufrimiento, gracias a eso pudimos tenerla. La adoro tremendamente, con sus rutinas diarias y sus mañas. Con su acostarse sobre mi cuando Marido se va a trabajar y dormir por horas conmigo si me levanto tarde. Con sus ojitos de lucero tratando de cazar moscas invisibles y su maña de rasgar el papel mural que nos costará el mes de garantía, así y todo la adoro. Quién podría no querer una carita tan dulce, y esos ojos que parece han vivido mucho en tan poquito tiempo.
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