lunes, noviembre 15, 2010

La Frida


La Frida.  El sol de nuestros días.  La estela de espuma de mar de nuestras aguas.  La hija-gato que nos pone los pelos parados de tanto pasar rabias, revolverla y amarla nuevamente.  Para mi al menos, la Frida es un regalo hermoso, que Marido encontró botado en una cancha por razones que sólo ella conoce y que, a pesar de su sufrimiento, gracias a eso pudimos tenerla.  La adoro tremendamente, con sus rutinas diarias y sus mañas.  Con su acostarse sobre mi cuando Marido se va a trabajar y dormir por horas conmigo si me levanto tarde.  Con sus ojitos de lucero tratando de cazar moscas invisibles y su maña de rasgar el papel mural que nos costará el mes de garantía, así y todo la adoro.  Quién podría no querer una carita tan dulce, y esos ojos que parece han vivido mucho en tan poquito tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario