martes, noviembre 23, 2010

Mucho movimiento

Mucho, mucho movimiento por aquí y por allá.  Una mescolanza de cosas que me hizo imposible escribir, quizá ni siquiera por tiempo, quizá más por flojera, esa cadencia extraña de las cosas terminadas pero aún no en un cien por ciento que hace todo más lento y pesado, menos entusiasmante y más difícil.  Primero, el cumpleaños de marido.  Lo pasamos bien y comimos rico, pero ahí hay varios episodios que tendré que relatar en un momento más extenso y con más ganas, para que al menos se lea como sucedió.  Segundo, terminé la tesis.  Puras flores y serpentinas, debieron haber habido globos y estrellitas, pero como el cumpleaños de marido era inminente no fue tan celebrado como hubiese querido.  Terminé el viernes y sí el sábado, para celebrar además nuestros 8 meses de matrimonio, y 2 años + ídem de pololeo, comimos sushi y probé el pisco sour más malo del mundo: embotellado (eso ya es malo), pero de pica.  Malo, malo.  Tóxico y cero, pero es que cero sabor a limón.  ¡Puaj!  Sushito rico.  Sushi siempre es rico, aunque mi profe de Japonés diga que lo que acá en Chile se come como sushi no lo es en realidad, pero yo encuentro que es la delicia más grande del mundo, el mejor invento que pudo ocurrírsele a nación tan clever como la nipona.  Son secos.  Tercero, fuimos a ver a Pedro Aznar al Jardín Botánico.  Anécdota que también da para una historia más larga porque caminamos más que Kung-fu y llegamos a la hora de la mona, pero al menos lo vi, le tomé fotos -con mi cámara antigua lo que me hace pensar que debería uno querellarse con Ripley por tenerle tanto rato las cosas en reparación y no pasarle un producto a cambio que pueda usar porque, después de todo, para eso lo compró uno, ¿no? -y canté un poquito.  Obvio, mi mal genio marcó toda la semana, mal genio que tengo que aprender a controlar porque es como una bestia (sin ser chula, porque es en serio, soy como una bestia humana) que llevo dentro y no puedo tranquilizar.  Para muestra un botón: marido preguntando sin parar qué había que comprar para su cumpleaños y presionando para irnos pronto, no entendiendo lo que yo necesitaba y deteniéndose 10 minutos en cada producto.  Yo, irritada, comienzo a sentirme como esas mamás cuando los cabros chicos preguntan a cada rato "¿Ya llegamos?", y me empieza a hervir la sangre.  Hasta que llega un momento en que mi irritción me hace apretarle una mejilla con rabia a marido, que de no ser porque estábamos en el Super se habría ido con cachuchazo a la casa.  Horrible.  Soy violenta, y eso es malo, muy malo.  De esos capítulos psicóticos voy a tener que hablar con alguien, y después tomarme harto tiempo para reflexionar sobre ellos, así que este no es el momento.  Cosas buenas: Aznar es bello -aunque tenga los mismos 51 años de mi padre, lo que igual me perturba un poco -, es seco y estoy pegada con "Todo amor que exista en esta vida", donde más lo admiré con mis ojos brillantes cual Bob Esponja.  Días buenos, buenos días.  Regados de cosas, pero buenos.



Ser tu pan, ser tu comida, todo amor que exista en esta vida.  Darte un veneno anti-monotonía.

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