domingo, noviembre 14, 2010

Río


Vienen las aguas del río, corriendo, cantando...

El sábado en la madrugada todo fluyó.  Me llegó la regla y con ella, tremenda sonrisa se me dibujó en el rostro.  Y es que a pesar de los dolores, el sentirme pésimo y la debilidad de hoy, por ahora todavía tengo planes que me gustaría concretar antes de ser mamá.  No puedo evitar sentirme ilusionada cuando la posibilidad existe, qudarme pegada revisando libros sobre estimulación temprana o el desarrollo del bebé, imaginarme las mil cosas que haríamos juntos y se me hace un nudito rico en la guata que me indica -a mi parecer -que si quedara embarazada sería feliz, estaría orgullosísima y me cuidaría mucho, plenamente conciente de mi cuerpo y mis deberes.  Pero si es por hablar de planes la cosa iría del siguiente modo: a mis 24 años -en enero cumpliré 25 -todavía me queda un semestre de Práctica Final para terminar mi carrera, por lo que ese sería el primer paso; luego, trabajar por lo menos el segundo semestre del 2011 para pagarle a mi papá la deuda que tenemos con él desde la fiesta de matrimonio; después trabajar al menos todo el 2012 y así poder juntar dinero para eventualmente tener hijos recién el 2013 o, en su defecto, evaluar si tengo ganas de hacer el Magíster y en ese caso ver cómo andaría la cosa si tuviera un hijo.  Simple y claro, con proyecto de hijos a los 27, pero no tan simple y claro cuando de pronto la ginecóloga te dice "si la regla no te llega en dos semanas significa que estás embarazada", y todo se vive desde entonces como en una nebulosa.  Lo único que yo pedía era enterarme al tiro, o sea que me llegara la regla de inmediato o que no me llegara en una semana y con eso yo ya pasarme el rollo y estar ante la posibilidad segura de estar embarazada.  Menos mal que Dios escucha mis deseos y entonces cuando yo le susurré salir de dudas, me llegó la regla y de inmediato despabilé.  Ahora a seguir cuidándome, a proseguir con los exámenes que me faltan en otros ámbitos y a tratar de bajar de peso haciendo algún tipo de ejercicio porque la única cosa que me tenía tranquila si hubiese estado efectivamente embarazada es que 73 kilos de peso tenían una razón.  Ahora que no la tienen igua ando urgida, sintiéndome horrible y gorda como una morza, pero algo haré, apenas este semestre termine me lo prometo decididamente.  Palabra de lectora (como nunca he sido niña exploradora, esa promesa sería súper mula.  Esta sí que es más realista).

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